El aguahara es una práctica acuática multidisciplinar que trabaja desde un entendimiento holístico e integral.
En el núcleo de la actividad, se encuentra la experiencia acuática y cómo se puede acceder a este espacio. De manera general podríamos decir que se trata de una experiencia física que favorece el autocuidado, la relajación profunda y la experimentación de sensaciones prácticamente desconocidas para la mayoría de nosotros debido a la ingravidez que presenta este elemento. La práctica de esta experiencia acelera el metabolismo, reduce la presión sanguínea, contribuye a restablecer una sensación de bienestar físico general debido a los movimientos que el elemento permite llevar a cabo sin forzar ningún tejido, músculo o articulación, ayuda a conciliar el sueño, favorece al descanso profundo, reduce los niveles de estrés y permite llegar a un estado de rendición similar al que conseguimos a través de la meditación.
Además de esto, la práctica del Aguahara puede ser altamente beneficiosa para poder trabajar la confianza, el miedo, situaciones de tensión o estrés, la capacidad de relajación, y muchos más asuntos relativos a la esfera personal de cada uno. Esta investigación es (también) un proceso personal transformador, debido a que cada experiencia que vivimos se muestra como algo diferente que nos influye y cambia.
Las sesiones de Aguahara se desarrollan de manera individual y aislada, teniendo una duración aproximada de una hora. En ella tan solo se cuenta con la compañía del facilitador, quien guiará la sesión y velará por el bienestar de la persona de principio a fin. La práctica de Aguahara puede tener la continuidad que se quiera, pudiendo ser una experiencia aislada o una práctica, incluso, semanal.
La creatividad puede aprenderse e incluso enseñarse. La imaginación debe ocupar un lugar en la educación.
Gianni Rodari